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Siempre me ha atraído la representación de la belleza alternativa realista compuesta por personas mayores, cuerpos desproporcionados o excéntricos, los llamados «extraños», tan lejos de la representación canónica de la belleza ideal. El arte de Christiaan Conradie, que ve a los ancianos como protagonistas de sus obras, me ha fascinado por esto. Artista originario de Johannesburgo, Sudáfrica, Christiaan Conradie fue miembro del Programa de la Red de Artistas de la RVCA (ANP): el programa que tiene por objeto destacar el talento de los artistas, tanto establecidos como desconocidos, capaces de inspirar a la generación actual, empujando los límites de la creatividad y proporcionándoles un valor añadido, en términos de sustancia y cultura.
De niño se mudó con su familia a Ciudad del Cabo, donde se enamoró del océano y creció haciendo surf. El surf, el océano y el agua, pero también la música y la admiración por la excelencia creativa son algunos de los componentes que juegan un papel fundamental en sus composiciones artísticas. Conradie comenzó a pintar a los 19 años y, a pesar de emprender sus estudios de Dirección de Arte y Diseño, sólo dos años después de entrar en el mundo de la publicidad, dejó todo para dedicarse exclusivamente a la pintura. Afirma que los viajes han jugado un papel fundamental en su investigación artística y por esta razón ha viajado y sigue viajando mucho: vivió en Barcelona, se trasladó a varios países de América Latina donde decidió quedarse un tiempo. Actualmente vive y trabaja en la Ciudad de México impulsado por su amor a México y la riqueza que el país ofrece en términos artísticos, pero también por el deseo de perfeccionar el idioma español.
En su proceso de aprendizaje de la pintura, su mentora, Julia Teale, jugó un papel fundamental, y ella reconoce que tiene un gran deber en la filosofía de hacer arte. Christiaan Conradie cree que la habilidad de dibujar es inmensamente importante en el estudio del arte, porque sólo aprendiendo los fundamentos del dibujo es posible explorar y experimentar todo lo demás. En su expresión artística confiesa que se inspiró en los grandes de la historia del arte: desde Rembrandt, pasando por las pinceladas sueltas, rápidas y dinámicas de Rubens, hasta el arte conceptual y abstracto de Cy Twombly. El proceso artístico de Conradie se basa en una idea o inspiración de la que parte para crear la imagen que luego «deja vivir su propia vida». A menudo, para representar su concepto de creación artística, Conradie se refiere a la RCP: la reanimación cardiopulmonar realizada en personas: «…cuando siento que he creado una pieza, la dejo vivir por sí misma», dice la artista.
En la obra de Conradie hay un continuo intercambio de información entre él y el sujeto representado, del que intenta captar el peso de la existencia de la vida como una carga existencial cuya carga es evidente sobre todo en la vejez. «Ser personas es un factor que nos une», dice el artista que representa «personas», principalmente hombres mayores «aligerados» en su existencia sobre el lienzo por un fondo mayormente plano y monocromático que representa el agua y la fluidez en su ser que aligera el peso a llevar. El sentido del agua presente o inminente también se representa simbólicamente a través de la representación de relámpagos, nubes o puntos de color que representan la lluvia o en el flujo de un río de flores.
Como acompañamiento de estos personajes absolutamente realistas en la representación figurativa, el artista añade otros medios, «vibraciones positivas», gracias al uso de los colores de los diversos materiales utilizados, que van desde los diferentes medios a la representación del sujeto, bolas de plástico o retazos de tela. No es indiferente también el uso que hace el título de la obra: una especie de frase concisa que contiene todos los elementos necesarios para encuadrar la escena. El artista con su obra invita al espectador a participar emocionalmente enfrentando la desproporción y la descomposición, provocándolo y llevándolo a completar lo que se le presenta como una sugerencia, un fragmento. Sólo a través de la mirada del espectador la obra alcanza su clímax.
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